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Verano: Día 1

Sí, sí, sí, vuelve el becario como vuelve el verano. Y regreso como las maravillosas lluvias que siempre nos alegran un poco Madrid y nos dan la preciosa oportunidad de contemplar la preciosa estampa de Noé zarpando en el horizonte, perdiéndose en el Manzanares. Aquí debajo de la oficina la vida también fluye maravillosa. Los coches flotando, el Metro convertido en una atracción acuática del mismísimo Parque de Atracciones, las piraguas adelantando por la derecha en la M40… hay que ver, qué inenarrable. Y es que últimamente andaba la cosa un poco sosa en el transporte público, y yo, como todo becario que se precie, lo he notado. Hasta ahora moverse en Metro conservaba su esencia más auténtica, cuando con la llegada del calor la verdadera naturaleza del suburbano aflora en forma de hormonas, esas compañeras de viaje ineludibles. Y es que viajan con nosotros en cada sobaquillo, uniéndonos los unos a los otros. Es maravilloso sentir tan cerca el calor humano cuando se estropea el aire acondicionado, algo que estos días se ha sustituido por la reinvención improvisada grupal del diseño de zapatillas. Es inimaginable el rediseño que pueden sufrir tus nuevas zapatillas beige en un día de lluvia en el Metro. Lo mejor sin duda, aparte de mis nuevos tenis de diseño guepardo, es que aún sigamos manteniendo éstos precios en el abono transporte. Siempre es de agradecer que nos arranquen una sonrisa, nos den una vuelta al look o nos transporten al Parque de Atracciones al mismo precio de siempre. ¡Ah, eso sí! Olvidaba que, aunque no lo creáis, esto tiene una parte negativa para nosotros, una forma de vivir incomprensible para vosotros, los envidiados mileuristas: nuestra unidad monetaria es el Abono Transporte. Todo se mide en abono transportes. "- ¡Ey cariño, mira que zapatillas más chulas, con sus ruedines y todo para hacerte la San Silvestre del tirón! –Pero amor, mira el precio, son 3 Abono Transportes" Y así sucesivamente.

Familia

Por si no fuera justificado el buen humor con el que comienza la mañana, también se agradece el estirar las piernas desde la salida del Metro hasta el trabajo. Un paseíto que al finalizar la jornada, cuando vuelves al hogar, no hace más que recordarte aquello de la hermosura del verano. Aprovechando para broncearme durante los 5 kilómetros que parezco recorrer bajo el sol magnífico, se me está quedando un moreno camionero muy envidiable. Si esto sigue así, incluso me planteo la posibilidad de redoblar mi patrimonio invirtiendo en la compra de algunas acciones de empresas de crema solar, es posible que yo sólo pueda hacerlas ascender a la cumbre del IBEX 35.

Pero todo se olvida con la llegada a la oficina. Se me disparan las ganas de tener un niñito con nuestra embarazada; o sea, no con ella, si no que me inspira a mí a tener uno. Andamos todos a tope y ya juntos preparamos las cositas del nuevo bebé. La cuna-WiFi que insonoriza los llantos por la noche; la mochila de 537 litros de capacidad para meter todos los apaños necesarios para llevar a nuestro bebé de paseo; biberones con vinilos de Los Ramones para partirlo en el parque; en fin, todas esas cositas que siempre son necesarias para hacer crecer al pequeño en un entorno social de lo más favorable.

Piscina

Y es que el verano es la mejor época para trabajar en una empresa de viajes. La gente planifica sus vacaciones a las mejores playas del planeta y tú en toda tu empatía, te sientes enteramente realizado. Y es que haciendo mía la frase "No es más rico el que menos tiene si no el que menos necesita" me conformaré con colarme en la piscina de mi vecino. Aunque albergo la ilusión de planificar alguna que otra cosa legal con mis amigos, si el horario de trabajo no me ha fulminado la vida social en dos meses y mis amigos aún me quieren.

Es dura la realidad del becario, incluso tu familia te abandona. Pero eso sí, antes de salir por la puerta se escucha un “te leemos desde la playa”. Comeré sándwich sí, pero he ganado un par de lectores para siempre. Al final, no me quejo, observo la vida con optimismo y sonrío cuando entiendo que soy productivo para la sociedad ¡Hacienda, va por ti!

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