Un acueducto, emblema de la ciudad, es la antesala y preludio de la historia que conserva esta ciudad que se desliza colina abajo, estampada de mil y un colores entre las fachadas de sus casas sobre un lienzo verde. Blancas predominantes, el acueducto parece sostener esta ciudad mexicana nacida más de 500 años atrás y que aún conserva ese mestizaje cultural de sus pueblos residentes. Rica en su patrimonio tanto como merece por su extensa historia, su ubicación en pleno cruce de caminos ha desempeñado una crucial posición en la Independencia Mexicana, y es que en estas tierras se urdió la conspiración con la que todo empezó. Una conspiración que también guarda algo de las historias y los mitos que se esconden entre las paredes de este lugar y sobre las que arrojar algo de luz en alguna de las excursiones nocturnas que se organizan.
Actualmente, esta ciudad conserva una excepcional calma y la vida de sus habitantes transcurre a otro ritmo entre la amalgama de colores de sus calles. A menudo referida como la mejor ciudad de México para vivir, su tranquilidad y su agradable clima avalan cada una de las buenas palabras acerca de esta ciudad.
Nuestro ascenso hacia sus calles comienza con otro ascenso, esta vez al trolebús. En él comienza una ruta entre la Casa de Ecala en el Centro Histórico de la Ciudad o el Templo de Santa Rosa de Viterbo y su resplandeciente interior antes de descansar bajo la sombra de cualquiera de sus árboles de la Alameda.
Hablando de árboles, esta ciudad alberga uno de los más excepcionales. Muy cerca del Templo de la Cruz, en uno de sus patios, podrás encontrar un árbol cuyas ramas crecen forma de cruz. La excepcionalidad se esconde en cada uno de sus rincones, y es que no es casual que su centro histórico esté reconocido por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad. Un paseo por sus largas calles nos guían a una vorágine de paredes coloridas y arcos típicos, herencia de una marcada influencia barroca y neoclásica por la que no pasan los años.
Pero si tanto turismo de zapatilla y lugares emblemáticos te abruma, también podrás disfrutar Querétaro en sus teatros y conciertos al aire libre. Sin olvidarte de la cámara de fotos, es de obligado cumplimiento fotografiarte junto a la estatua ecuestre de Santiago, de la Fuente de Neptuno y vivir la emoción de un día de boda a la puerta de la Casa de los 5 Patios, son algunas de las mejores formas de recordar esta ciudad. Con los cincos sentidos a merced de disfrutarla, su gastronomía es toda una delicia para los paladares de cualquiera y todo un descubrimiento para los recién versados en este interminable mundo de la gastronomía. Sus postres y dulces regionales son las más ricas creaciones. Camotes, buñuelos y limones rellenos de coco y natillas acompañando platos cargados de sabores característicos como pacholas, enchiladas o pollo almendrado, nos suenan muy familiares y por supuesto, no pueden faltar en nuestros platos.
Colonial y moderna, la belleza de Querétaro no acaba en su área metropolitana. Su mirador de la ciudad nos regala la imagen de la recortada Sierra Gorda. Desde allí, observamos el comienzo de un valle plegado ante el horizonte y en el cual, el verde de sus colinas se funde con el azul del cielo en todas sus tonalidades. Declarado Patrimonio de la Humanidad en 2003, es uno de los rincones que bien justifican un viaje. Y es que este rincón mexicano tiene todos los ingredientes para disfrutar tal y como siempre lo imaginaste.
0 comentario(s)